Línea de Crédito
Una línea de crédito es un importe crediticio preaprobado por una entidad financiera para una persona física o jurídica.
Una línea de crédito tiene lugar cuando una entidad financiera pone a disposición de un cliente (persona física o jurídica) una cantidad de dinero por un periodo determinado. En este plazo, el cliente puede usar el crédito parcial o totalmente. Al finalizar el mes, el deudor podrá devolver lo consumido en el plazo acordado. Por lo general, este tipo de crédito se repone automáticamente mensualmente. Es decir, si tenemos un crédito de 2 000 € y gastamos 500 € en septiembre, en octubre tendremos nuevamente disponibles los 2 000 €. Eso sí, no es acumulable.
La línea de crédito genera intereses únicamente por la parte utilizada. No obstante, el acreedor puede cobrar comisiones en caso de que el cliente no utilice una parte mínima o la totalidad del crédito.
Una línea de crédito está formada por los siguientes elementos:
Las principales ventajas de una línea de crédito son la flexibilidad de disponer del dinero necesario (dentro de unos límites) en el momento que queramos, y la facilidad de disponer de él, ya que se usa como una cuenta corriente. Por estos motivos, su uso está muy extendido en el sector empresarial, sobre todo cuando una empresa debe hacer pagos puntuales o se producen desfases en su tesorería interna.
No obstante, no podemos olvidar que el mayor inconveniente de una línea de crédito son los gastos que esta puede incurrir. Algunos de los gastos que pueden aplicarse son: gastos de formalización del contrato, comisión de apertura, intereses sobre lo dispuesto, intereses sobre lo no dispuesto e intereses sobre lo excedido. Es por ello por lo que tenemos que leer con cuidado la letra pequeña a la hora de solicitar una línea de crédito.
La principal diferencia entre una línea de crédito y un préstamo es la flexibilidad de la primera. Con una línea de crédito no tienes por qué usar el dinero de una vez, a diferencia de, por ejemplo, un préstamo hipotecario.
Por otro lado, cuando solicitamos un préstamo, los intereses se derivan del total del mismo. Sin embargo, en el caso de una línea de crédito, solo tenemos que pagar intereses por el dinero que consumamos.
Finalmente, debemos destacar que las líneas de crédito suelen usarse en un momento dado para, por ejemplo, hacer frente a un gasto cuyo importe exacto desconocemos y con el que no contábamos. Los préstamos, sin embargo, suelen solicitarse de una manera premeditada y con una cantidad concreta en mente para hacer frente a un pago cuyo importe conocemos, como es el caso de un préstamo para la adquisición de un vehículo o una hipoteca.