Hace solo unos años, hablar de economía sostenible se reducía a una tendencia social de sectores progresivos de la sociedad, normalmente ajenos a las capas sociales responsables de tomar decisiones económicas. Pero hoy en día, la economía sostenible es un requisito indispensable en cualquier sector. Te explicamos qué es la economía sostenible y cómo podemos llevarla a cabo.
Economía y desarrollo sostenible
Una economía sostenible es aquella cuyo crecimiento y desarrollo no va en detrimento a las condiciones sociales y medioambientales del entorno donde se produce. En pocas palabras, es un tipo de economía que, a pesar de generar beneficios, no produce un empeoramiento de las condiciones medioambientales y sociales.
Muchas veces se cree que la economía sostenible es simplemente la llamada «economía verde», una economía con bajo o nulo impacto medioambiental. No obstante, para que hablemos de una economía con desarrollo sostenible, tiene que cumplir al pie de la letra los tres diferentes pilares.
Pilares de la economía sostenible
- Economía de bajo impacto medioambiental. Es la base de la economía sostenible, pero no el único punto a tener en cuenta. Aunque hace unos años era un factor que no se tenía en cuenta y se consideraba un «lujo», hoy en día podemos experimentar en nuestras propias carnes que el crecimiento económico, si no es sostenible, dejará de producir beneficios a largo plazo si destruimos las condiciones ambientales. Por ejemplo, una tala de árboles descontrolada acabará con una escasez de recursos, tanto para la industria dependiente de la propia tala como para todas aquellas relacionadas con el ecosistema destruido por la tala descontrolada.
- Economía sostenible a nivel social. Este es otro de los pilares a tener en cuenta. Se pueden tener economías «verdes», pero cuyo impacto social puede ser negativo. Por ejemplo, podemos regular la caza de ballenas hasta hacerla una economía verde, pero si ello deja a la región empobrecida, tendremos que afrontar las repercusiones sociales, que son tan perjudiciales como las medioambientales. Por ejemplo, en este caso, una reorientación de los antiguos empleados a otros sectores sería un mejor ejemplo de economía sostenible que prohibir o regular la caza. También se puede dar el caso de economías con cero impacto medioambiental, pero que han de mejorar sus condiciones sociales para ser sostenibles, ya que el descontento social a largo plazo produce inestabilidad en el país, lo que acaba siendo contraproducente a nivel económico. No obstante, la mayoría de las veces una economía verde suele ser beneficiosa para el entorno social, ya que mucho malestar social se produce como consecuencia directa de la destrucción de entornos y recursos naturales.
- Economía sostenible y rentable. Este es el último aspecto, pero que también se ha de cumplir y probablemente el más difícil. Los sectores económicos tienen como fin generar riqueza, y si no lo hacen, por muy verdes y sociales que sean, están condenados al fracaso. Antaño se esgrimía la poca rentabilidad de las economías verdes y sociales como argumento, pero cada vez más se demuestra que a largo plazo no es sólo que sean más rentables, si no que son necesarias para evitar el colapso de la industria.
¿Una economía productiva y competitiva verde?
Como indicamos en el punto anterior, el cambio de una economía basada en el crecimiento a economías cíclicas, economías de retorno o desarrollo sostenible ha sido demorado durante mucho tiempo. Y esto es debido a que siempre se había esgrimido que se trataban de economías poco rentables. Por ejemplo, en el caso de las energéticas, es mucho más rentable emplear energía fósil que energías renovables a corto plazo.
No ha sido hasta que hemos empezado a sentir directamente el efecto del cambio climático que hemos terminado por admitir que la economía basada en el crecimiento es sólo rentable a corto plazo.
Por ejemplo, en el caso de la pesca, este paradigma podría propulsar la pesca de tiburones debido a su alta rentabilidad en la hostelería. Pero su tendencia cortoplacista ignoraría el hecho de que se extingan, esto acabe con otras especies que necesitaban al tiburón como controlador poblacional. Esto dejaría a los pescadores en el paro, creando una deuda pública con los trabajadores y conduciendo a una ruina económica y social.
El caso del crudo vs energías renovables
Hasta hace unos años, se retrasaba el cambio energético porque adquirir un bidón de crudo era mucho más barato que generar la misma cantidad de energía mediante fuentes renovables. Aunque los ecologistas advertían que se trataba de una visión cortoplacista, los grandes inversores siguieron apostando por el combustible fósil.
No obstante, este año las energías renovables han probado ser, tal y como auguraban los ecologistas, mucho más rentables. Además, han sido mucho más resistentes a la crisis de la Covid-19 al basarse en recursos menos escasos a nivel global que el crudo. Exactamente, la energía renovable genera un retorno del 422,7% a los 10 años frente al 59% de las energías fósiles. Y también a corto plazo (5 años), generan un 186,6% frente al 59,3% de las fósiles, según el Imperial College Business School.
Por ello, es categóricamente falso decir que las energías renovables no son rentables. Cualquier industria cuyo coste de extracción sea inferior al coste de venta es rentable, pueden ser solventados con voluntad política y social.
La Ley de Economía Sostenible
Uno de los sistemas para garantizar una economía sostenible pasa directamente por la involucración de los Estados en la transición. Esto se logra mediante incentivos y subvenciones que por un lado propulsen la industria pero eviten que ésta dependa de las mismas.
En España desde 2011 está en vigor la Ley de Economía Sostenible, iniciativa del 2009 bajo el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Esta ley también se conoce popularmente como la «Ley Sinde», debido al apellido de la por entonces Ministra de Cultura Ángeles González-Sinde Reig, o Ley Sinde-Wert, ya que la misma se aprueba finalmente con el Partido Popular al gobierno, cuyo Ministro era José Ignacio Wert.
La Ley apoya medidas como reducir un 20’% la emisión de gases con efecto invernadero. No obstante, ésta ley fue criticada por asociaciones como Ecologistas en Acción.
Preguntas y respuestas
Una economía sostenible y sustentable es aquella que puede, por un lado, generar un beneficio y retorno económico pero, por el otro, no lo hace a costa de destruir el medio ambiente. Un ejemplo son las energías renovables frente a la energía fósil, más rentable a nivel económico pero perjudicial a nivel ambiental.
Para crear una economía sostenible lo principal es valorar más allá del impacto económico, y tener en cuenta sus repercusiones a nivel medioambiental. En un tipo de economía centrado en el crecimiento, estas cuestiones no se tienen en cuenta ya que sólo se busca el beneficio y crecimiento.
En términos económicos, una industria capaz de generar riqueza sin impactar negativamente en el medio ambiente se considera sostenible. El término sostenible también hace referencia a que estas economías verdes, aunque no puedan reportar un beneficio económico a corto plazo igual que economías no sostenibles, garantizan que la actividad se puede perpetuar a largo plazo gracias a su bajo impacto a nivel ambiental.
La importancia de crear una economía sostenible es tanto social, en el sentido de que nuestras vidas no se ven empeoradas por la degradación del medio ambiente, como puramente económicas. En una economía de crecimiento pura, se obvian repercusiones ambientales a largo plazo. Por ejemplo, la industria de la caza, si no es sostenible, puede centrarse en la demanda de los abrigos de zorro. Si no se crea un entorno sostenible para dicha industria, siguiendo sólo un patrón de oferta y demanda, la sobreexplotación puede llevar a la extinción del animal y, con ello, afectar a otras industrias relacionadas, como la agricultura del hábitat del animal extinto, cuyo rol como controlador de población de otras especies puede afectar a los cultivos.
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